EL EDIFICIO Y SU HISTORIA

El Museo de Arte Tigre ocupa actualmente lo que fue la antigua sede del Tigre Club. Inaugurado en 1912, su objetivo fue, entre los principales intereses, el de fomentar la recreación social y deportiva, con regatas y práctica de otros deportes. Hacia 1927, en la sala mayor de la planta baja, se instaló un casino, que fue desmantelado en 1933, cuando se prohíbe la existencia de juegos de azar, en las cercanías de la capital.

El proyecto original del edificio estuvo a cargo de la firma francesa Dubois y Pater, los mismos arquitectos que proyectaron el palacio familiar Ortiz Basualdo, actualmente sede de la Embajada de Francia. El Tigre Club: destacado ejemplo de la arquitectura neoclásica de fin del siglo XIX, en sus espaciosos y decorados salones luce la nobleza de los materiales elegidos: el hierro para los portones, el mármol de Carrara para las escaleras, el roble de eslavonia para los pisos, bronces y dorados a la hoja para los detalles ornamentales.

Grandes orquestas y entusiastas bailarines colmaron sus salas y terrazas durante el período que dio en llamarse: la Belle époque argentina.

En 1974 el intendente Néstor Pozzi expropió el edificio del Tigre Club, posteriormente declarado de interés histórico nacional en 1979, por sus distintivos valores arquitectónicos. Años más tarde en 1998, la Municipalidad de Tigre comienza su restauración, para destinarlo a museo de arte.

La planta del edificio está compuesta por dos grandes salas centrales y otras más pequeñas a cada lado. La sala del primer piso, originalmente salón de baile, ostenta un techo oval abovedado, cubierto por una pintura del español Julio Vila y Prades, donde se representa a un conjunto de ocho seres mitológicos –ninfas– tocando distintos instrumentos, mientras la imponente araña de bronce y caireles de cristal corona la bóveda. En el extremo opuesto del salón, una idílica pasarela alumbrada por farolas decorativas proyecta su elegante figura hacia la vera del río Luján.

El Tigre Club fue un palacio de ensueño para la élite porteña, que disfrutaba allí del deporte y la recreación social. Actualmente, reconvertido en museo, abre sus puertas a todos los públicos.