El remo y Tigre están íntimamente ligados. No se puede contar la historia de uno sin mencionar al otro. Muchos clubes nacieron con la ciudad y son producto de la inmigración que marcó a la Argentina. Esta historia común se inició allá por 1870, cuando un grupo de jóvenes aficionados realizó un recorrido que unió el puerto de Buenos Aires con la ciudad de Tigre. Al año siguiente se corrió una regata amistosa por el río Luján, considerada la vía más apta para este deporte. Y el 10 de diciembre de 1873 se corrió en estas mismas aguas la primera regata oficial del país. Ese mismo año se fundó el Buenos Aires Rowing Club, decano del deporte náutico, y la actividad siguió creciendo en los años subsiguientes, con el aporte de las colectividades inglesa, española, francesa, nórdicas, italiana y otras, que con sus clubes poblaron las riberas de los ríos Luján y Tigre y engalanaron lo que hoy es el Paseo Lavalle-Victorica.

El municipio de Tigre, basándose en las características particulares del lugar privilegiado por su naturaleza, se convirtió en centro de miniturismo y cuna del remo argentino, tal como fue designada en 1973. Hoy la mitad de los eventos organizados por la Asociación Argentina de Remo tienen sede en suelo tigrense y los últimos campeones olímpicos que tuvo el país, Tranquilo Capozzo y Eduardo Guerrero, pertenecieron al Club Canottieri Italiani y al Club de Regatas La Marina.

Por sus clubes de remo y toda su arquitectura ribereña, Tigre es candidata a recibir la distinción de "Patrimonio Mundial" de la UNESCO. Que las instituciones y sus edificios continúen inalterables por décadas refleja la pluralidad de colectividades y tendencias culturales que forjaron la nacionalidad diversa y pujante de la Argentina.